EL BIOGAS
La digestión anaerobia, también denominada biometanización, es un proceso biológico que ocurre en ausencia de oxígeno, en el cual gracias a la acción de varios grupos de bacterias, la materia orgánica se descompone, dando como resultado dos productos principales: biogás y digestato.
El biogás es un combustible formado básicamente por metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2). Su elevado contenido en metano (entre el 60-65%) le proporciona una elevada capacidad calorífica lo que hace posible, tras ser depurado para eliminar vapor de agua y ácido sulfídrico , su uso en calderas (si la producción es pequeña) y/o en motores de cogeneración. El uso del biogás en motores de cogeneración permite obtener electricidad y calor, y este último puede transformarse en frió de refrigeración, en caso de que convenga.
El digestato es el subproducto digerido y puede utilizarse como abono en el campo, tras ser sometido a un proceso de separación sólido-líquido y posterior estabilización de la fracción sólida (mediante compostaje) u otros procedimientos de extracción de minerales y sustancias a través de procesos químicos.
A diferencia de otras tecnologías renovables, una planta de biogás produce energía durante las 24 horas del día, 365 días al año, y genera un impacto social positivo e importante a nivel local, ya que permite dar una solución al problema de la gestión de residuos, y a la emisión de gases de efecto invernadero que una mala gestión de los mismos produce.
El metano, desprendido libremente, es un gas de efecto invernadero relativamente potente que contribuye al calentamiento global del planeta. En una media de tiempo de 100 años cada kg de metano calienta la Tierra 21 veces más que la misma masa de CO2. Por ese motivo en la producción controlada y combustión de gas metano, se minimiza considerablemente el efecto invernadero, al evitar su emisión a la atmósfera.